¿Habéis visto el artículo que nos reta a no quejarnos en 24 horas?
Si aún no lo has hecho, échale un vistazo:
http://aempezar.com/puedes-aguantar-un-dia-entero-sin-quejarte/
Hablar de temas neutros o positivos puede darnos la sensación de tener más cosas positivas en nuestro entorno, de estar felices, aunque en Creando Cambios nos hemos preguntado si este planteamiento nos sirve realmente.
Como terapeutas, nos encontramos con muchas quejas, de hecho solemos diferenciar entre la queja, o el problema de la que nos hablan, de la demanda que plantea y sus objetivos en consulta. Esto nos ayuda a centrarnos en la meta que tiene en mente quien nos pide ayuda. El problema es importante, tanto para sacar la solución y entender la situación de cada persona, pero no podemos confundirlo con la meta final. Un ejemplo sería el de una chica que se queja de que sus padres no le comprenden, y no valoran el esfuerzo que hace en sus estudios universitarios, pero cuyo objetivo es el de mejorar su rendimiento y estar más tranquila en los exámenes. Entonces, si las quejas son negativas, y nos distraen de nuestros objetivos ¿para que las verbalizamos? ¿y por qué preguntamos los terapeutas por los problemas de las personas en terapia o incluso en nuestras vidas personales?
Nuestra experiencia en terapia nos dice que las personas sienten alivio cuando expresan su dolor o preocupación por algún tema. Aparentemente las personas que viven más en el aquí y el ahora, con una disposición optimista, en primer lugar se quejan menos que otras personas que no presentan estas características, pero cuando lo hacen, es con algún objetivo, como de desahogarse, o hacer que los demás cambien algo de su conducta. Así, parece ser que la cuestión ya no reside en quejarse o no, sino para qué y a quién nos estamos quejando. Porque no es lo mismo quejarnos a nuestro jefe de lo malo que ha sido nuestro día que a nuestro mejor amigo o a nuestra pareja. Hay personas que escuchan mejor que otras, e incluso personas que nos pueden ayudar más que otras.
Así pues queremos plantearos el reto de quejaros todo lo que tengáis que hacerlo, pero cuando lo hagáis, que penséis en para qué lo estáis haciendo. Y si es lo que decís porque sí, pues esa queja tal vez os sobre, pero si os satisface en un momento dado alzar el puño al cielo y gritarle al mundo momentáneamente, no tiene nada de malo mientras que os haga sentir bien.
Si queréis leer más del tema con fuentes bibliográficas lo podéis encontrar (en inglés):
http://www.theatlantic.com/health/archive/2015/02/complaining-for-your-health/385041/